La Obra y la Palabra.
Traemos la obligación de cumplir la Obra que nuestra Madre María nos la enseñara con su palabra y su ejemplo. Hemos sido llamados a la Obra y no porque sí, sino porque nuestro espíritu ya evolucionó lo necesario para comprenderla y realizarla. Dios no obliga a nadie; NOSOTROS prometimos a Dios obrar en bien de la Humanidad; si no, no hubiéramos sido convocados. Todo esto no son meras palabras: es algo MUY DELICADO.
¿Cómo hemos de obrar?
Todos sabemos algo de la enseñanza. Los llamados a la Obra algún conocimiento tenemos de la Obra misma, que es LEY de DIOS. Pero NO PRACTICAMOS nada o casi nada en bien del prójimo.
Para practicar la Obra, tenemos que poner NUESTRA VOLUNTAD enderezada a la realización de ese FIN. Antes de emprender los pasos para el cumplimiento, tenemos que pensar tal como lo enseñó nuestra Madre: “Dios y la Madre dirigirán mis pasos, no haré nada que no sea conveniente, ni para mí ni para mis semejantes”.
Para obrar en todos nuestros actos en la vida es necesario, ante todo, no perjudicar a nadie. NI AÚN A NUESTROS ENEMIGOS: al contrario, hay que pensar para ayudarlos en toda forma, haciendo la noble caridad espiritual.
Fijémonos que lo que haremos o hayamos hecho no está ocasionando males o dolores a nadie. “¡Cuidado con la MALDAD!”; decía la Madre; “¡Cuidado con las malas obras, ni con el pensamiento, que no os recaiga!”.
Algo así como un resumen de la Obra, la tenemos en esta grandiosa frase de nuestra MAESTRA: “TRATAD, SIEMPRE QUE PODÁIS, SIN APARTAROS DE LO JUSTO, AYUDAR AL NECESITADO, AL QUE SUFRE LA INJUSTICIA O LA MALDAD DE LOS OTROS; AL QUE TUVIERA EL ALMA DOLORIDA O EL DOLOR EN SU CUERPO. ALIVIARLE, SI SU INFORTUNIO ES GRANDE. ESAS SON LAS BUENAS OBRAS QUE DIOS QUIERE”.
Dios no quiere hipocresía, adulonería. Consideremos que seríamos demasiado infelices en pensar que habríamos de engañar a Dios con nuestras falsas obras.
Tenemos que refinarnos en todo: hagamos que nuestros modales sean respetuosos, que muestre al prójimo que tenemos humildad y educación. ¿Qué ganamos con ello? Nada menos que SIMPATÍA, CARIÑO y BUENA VOLUNTAD de todos los seres que tratamos, pues ese es el gran secreto de los que vencen en todas las circunstancias de la vida.
La persona mal educada y grosera, es mal calificada, deja pésima impresión y peor recuerdo. Desde la niñez hay que inculcar todo esto en el espíritu: FORMA PARTE DE LA REGENERACIÓN ESPIRITUAL.
No olvidemos nunca que las buenas, como las malas obras, JAMÁS SE BORRAN NI SE PIERDEN: ante Dios somos responsables de ello; y no es que Dios nos castiga, ya que, como bien lo sabemos, Dios no castiga a nadie ni premia a nadie, sino que la esencia del bien o la esencia del mal, es como una simiente que queda en nuestra envoltura espiritual y la que a su turno fructifica: EN LA OBRA DE MAL ESTÁ NUESTRO MARTIRIO Y EN LA OBRA DE BIEN NUESTRA DICHA. ¡CADA UNO SEGÚN SUS OBRAS!
¿Y qué decir de la palabra?: La palabra es uno de los mejores dones que tenemos y debemos emplearla SIEMPRE PARA EL BIEN. Tratemos que nuestra palabra sea amable hasta para los malos. No la empleemos nunca para el mal ni para hacer mala propaganda para otros.
La Madre enseñaba: “La lengua es un cuchillo de doble filo ¡Cuidadito!”.
Calumniar, mentir o sacar a relucir defectos ajenos; hacer conversaciones imprudentes, perjudicando a las personas, insultar, maldecir o tenerla siempre dispuesta al mal, es razón y causa de rusticidad y atraso espiritual.
Démosle a este hermoso don que es la palabra, altura y trascendencia siempre al bien de los demás, en tanto es la manifestación más amplia y directa del espíritu para comunicarnos con nuestros semejantes: si es un don que sólo lo posee el ser humano y del cual carecen los animales, razón de más para que sepamos usarla.
Con la palabra podemos hacer mucho bien: Nuestro pensamiento, palabra y obra deben ser herramientas del bien; de esta manera, el PADRE residirá en nosotros y nosotros VIVIREMOS en ÉL.
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Concurrencia a los templos.
Cuando concurran a los Templos a escuchar las enseñanzas de la Madre, deben asistir libres de preocupaciones mundanas para escuchar atentamente, y así como Jesús y nuestra Madre, nosotros tenemos sed de enseñar la Verdad, sin otro interés que hacer el "Bien por el bien mismo, sin distinción de clases, color o religión".
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Sentido de la Obra.
El presente texto, concebido con la finalidad de divulgar la inmensa obra de bien cumplida por la Madre María, a lo largo de casi 40 años de prédica cristiana, intente proporcionar los elementos de juicio, a nuestro entender más relevantes, que permitan elaborar un pensamiento más o menos acabado acerca de los fundamentos Espirituales y Filosóficos que sustentan y dan marco a la religión instituida por la Madre, fundada en la fe en Dios y la religión de Cristo. No está en nuestro ánimo realizar una exposición minuciosa y exhaustiva de la religión que nos ocupa; por el contrario, hemos procurado lograr en apretada síntesis, dar una idea clara de los contenidos de estas grandes enseñanzas cristianas.
Por otro lado, y al posibilitar de esta suerte su comprensión, es nuestro afán contribuir a evitar ambigüedades y tergiversaciones, de las que a menudo esta Misión es objeto por falsos Apóstoles y falsas Madres Marías, que lucran insensiblemente y descaradamente, aprovechando así la ignorancia y la confusión de los desprevenidos, que juegan con la fe y la desolación de los que sufren y padecen. Los templos de la Madre y sus Apostolados, figuran inscriptos en el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la Nación y nada tiene que ver con prácticas esotéricas, sectas o cultos paganos (lamentablemente tan en boga en nuestros días).
Entre otros aportes, el mismo ha sido confeccionado en base a la reproducción de palabras auténticas de la Madre (documentos inéditos gentilmente cedidos por familiares directos de ella, que obran en poder de este Apostolado), y la transcripción de textos, cuya autoría pertenece a aquellos ”Discípulos Directos” que estuvieron junto a la Madre: Recurrir a ellos, significa acceder a una fuente de información seria, confiable y fidedigna, pródiga en enseñanzas y pasajes auténticos de la vida de la Pastora.
Se incluyen, además, una semblanza de la madre de nuestro apóstol, a quien damos el título de Hermana Julia, precisando algunas facetas de su tarea apostólica, así como palabras y mensajes de quienes de una u otra manera se hallan consustanciados con esta Misión Cristiana de Dios por la Madre María, Misión que la glorificó eternamente, como Madre Universal Regeneradora de toda la Humanidad.
Directores, Guías, Discípulos, Comisión Directiva, Secretarias y Colaboradores.
Julio F. Delconte
Apóstol y Primer Director Guía
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Introducción.
María Salomé Loredo de Subiza, insuperable mujer que por ser el espíritu más adelantado de la época, solicitó a Dios emprender la muy grande Obra de Regeneración Humana, tuvo necesariamente que realizar su incomprendida y por ello penosa misión, secundada por un reducido núcleo de personas a quienes Ella, como Cristo, designó con el nombre de Apóstoles.
¡Si supieras, lector qué sublime mujer fue María Salomé!... Ante Dios fue nuestra Hermana Mayor, y dentro de su Obra de Regeneración Humana, fue más que una madre: fue la Madre María; así tratada por nosotros con cariñosa unción. Por tu bien, no confundas con aquellos pobres de espíritu, ávidos de materialismo, que por mil y un motivo, casi siempre por lucro, se atribuyen tan dulce nombre o bajo su invocación realizan sus tristes designios.
Sus Apóstoles, humildes y muy buenos ellos: cumplieron como mejor han podido según su desapego a lo mundano, su capacidad y su adelanto espiritual.
¿Quieres saber algo de Ella?
En esta prosa sumamente humilde encierra algunas de las enseñanzas que nos dejó nuestra Madre María:
“Si crees en Dios..., si aceptas como verdad que es, la existencia del espíritu que se va y viene al mundo material para progresar, regenerarse y pulir, si piensas que Dios no castiga, sino que nosotros mismos sufrimos las consecuencias de nuestro mal hacer y nuestro mal pensar, si no dudas que adelantamos en regeneración espiritual cuando sufrimos y cuando bien hacemos y bien pensamos, sino te opones a creer que venimos al mundo a sufrir para nuestra regeneración y que nuestros males desaparecen a medida que llegamos al nivel de nuestra regeneración, si, en fin, no dudas de nada de lo que nos enseñó Nuestra Madre, porque en realidad, fue Dios quien nos enseñó, como Eva, como María, por medio de Ella; si todo lo admites, estas enseñanzas te serán de mucho provecho espiritual; si hesitas; léelo igual, pues durante su lectura, estás cerca de Dios, y léelo muchas veces, pues aquél te otorgará insensiblemente la luz que necesitas para que veas tú mismo la verdad de lo que te enseñan las páginas que siguen...”
Temperley | Abril de 1944.
Dr. Francisco Bozzarelo
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Fundamentos.
El fundamento de la Doctrina de la Madre María está en la verdadera religión Cristiana, cuyos preceptos sagrados Ella cumplió valientemente durante más de cuarenta años.
Su obra fue eminentemente espiritual, encerrando un ejemplo moral de grandeza incomparable.
Sabemos que nuestra Madre ha sido la continuadora del trabajo de Jesús en la tierra, habiéndole correspondido, por su advenimiento espiritual, la prosecución de esa sagrada tarea; tarea que Ella cumplió durante tantos años con la firme convicción de su fe, predicando sin cesar el bien, haciendo reconocer la existencia de Dios y exaltando el amor a Él por sobre todas las cosas.
Cuando nuestra querida Madre empieza dar sus primeras disertaciones, a los seres que en aquella época concurrían a escucharla, en su casa, situada en la ciudad de Buenos Aires, en la calle La Rioja N.º 771, les hablaba de Dios, de Jesús y de la Virgen María, despertándoles la fe al hacerles conocer la grandeza de la Divinidad. Igualmente, les hablaba del sentimiento, la amargura, el dolor y las enfermedades, manifestándoles que con la mediación de Ella podían sanarse y combatir la contrariedad del mal, siempre que siguieran sus buenas enseñanzas y consejos.
Así comenzó nuestra santa Madre su venerable trabajo, recorriendo, además, los conventillos y hospitales, cubierta con un manto negro, en busca de los seres más necesitados. Con ellos compartía sus bienes, tanto materiales como espirituales, diciéndoles a los enfermos: "¿Queréis que os enseñe a vosotros lo que fue bueno para mí?" Y, enseñándoles cómo Ella se había sanado en la fe y confianza en Dios. Convencidos, aceptaban y sanaban.
De esta manera comenzó la Madre su obra, con los seres más pobres y necesitados, los que acudían cada vez en mayor número, en busca de una ayuda material, sin comprender que Ella les proporcionaba una ayuda mucho más valiosa todavía: la ayuda espiritual.
Sus enseñanzas y sus hechos, encierran tanta magnificencia, tanto sacrificio y tantos beneficios para el prójimo, que su trabajo ha sido completamente análogo al de Nuestro Señor Jesucristo cuando predicó su doctrina inmortal en la tierra.
Ella no sufrió la crucifixión de su cuerpo, como Cristo, pero tuvo que soportar un sin número de acontecimientos muy dolorosos e injustos en esta época de mayor civilización.
Podéis imaginaros, estimados hermanos y hermanas, el gran compromiso que debía afrontar la Madre, al constituirse en el profeta de la época, para satisfacer con la mayor capacidad y sin ningún desfallecimiento, el fiel desempeño de semejante misión, imitando a Cristo en sus enseñanzas y ejemplos.
Ella decía: “¡El único mérito que yo tengo es ser una hija obediente de Dios y, así, cuántos beneficios proporciona la humanidad! Porque vosotros no podéis ser iguales, obedeciendo mis consejos y enseñanzas”. Con eso, nuestra Santa Madre quería significar que la grandeza de la humanidad está en la obediencia a Dios, pues tiene su origen la nobleza más pura de nuestro ser, al comprender que a Él le debemos la vida y todo lo que existe sobre la faz de la tierra.
Él es el Creador y dueño absoluto de todo lo que se ve y no se ve, de lo que se sabe y no se sabe aún. Por eso, todos los seres de la creación, siempre que tengamos fe, amor y confianza en el Supremo Hacedor, estaremos ligados espiritualmente a Él, al reconocer la grandeza de su sabiduría, poder y la fuente original de donde recibimos la Esencia Divina, que constituye la sublimidad del bien.
Su tarea puede considerarse tan elevada como la de Jesús, pues Ella ha sido una de las grandes continuadoras de su obra, habiendo tenido que vencer muchísimas dificultades para llegar a formar en esta época el trabajo de la regeneración Humana.
Al predisponerse la Madre a predicar el bien, siente nacer en su mente la sublimidad de una inspiración tan grandiosa, que al desarrollarla en su labor material y espiritual entendió que era de origen divino, comprendiendo para qué había venido al mundo.
Por eso, no cediendo ningún momento en la misión que debía desempeñar en la Tierra, prestándose con la mayor voluntad y sentimiento para hacer el bien a cuantos le solicitaron protección y ayuda.
Ella no les averiguaba si eran pobres o ricos, solteros o casados, buenos o malos, ignorantes o instruidos o a qué religión pertenecían. Hacía bien sin mirar a quien, prodigando a todos, sin excepción, sus enseñanzas y su generoso amor.
Se refleja en lo más intimo del sentimiento de nuestra inmortal Maestra que al venir al mundo ya traía una capacidad espiritual muy elevada y consagrada anticipadamente por su pureza; siendo necesario su advenimiento para que cumpliese en esta época, por voluntad de Dios, la misión que la glorificó eternamente como Madre Regeneradora de la Humanidad.
Tal fue la conducta de la Madre para seguir el ejemplo de Jesús, imponiéndose con toda la fuerza de su voluntad el deber de cumplir estrictamente las sublimes enseñanzas de la Ley de Dios.
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Madre María y Regeneradora Universal.
María Salomé Loredo de Subiza, espiritualmente por ser nuestra Hermana Mayor, le ha correspondido el título de Madre y Maestra Espiritual para los creyentes; enseñándonos en cuarenta años de prédica cristiana, entregándose con la mayor abnegación y sacrificio al cumplimiento de tan sagrada misión, llevando a los seres menos evolucionados al conocimiento de las Leyes Eternas que rigen el espíritu, o sea la reencarnación; saber defendernos de los errores, maldad e ignorancia que existen en este mundo.
La Madre María baja a la tierra para instruirnos como verdadera Maestra Espiritual, para que nos liberemos de todas nuestras impurezas e imperfecciones, que son la causa de los dolores y sufrimientos que pasamos en la tierra.
En lento y doloroso proceso (pasando por las luchas espirituales más arduas y aciagas sufridas en las innumerables reencarnaciones y estadías en la tierra, necesarias para llegar al término de sus evoluciones, o sea, a la Sabiduría y Unión con Dios), al ser una de las grandes Regeneradoras Espirituales Universales en el presente último siglo de esta Era.
Lo demostró durante varios años (desde el año 1890 hasta 1928) con una actuación eminentemente espiritual, análoga a la de Cristo en su época, revelando verdades inconmovibles y las Leyes Eternas que rigen el espíritu.
Renunciando voluntariamente a todos los halagos del mundo que le brindara su fortuna, ofreció el sacrificio de su vida por el elevado ideal de unir la Humanidad con la fe en Dios, sin rituales y para el bien.
Sintiendo en Ella una grandiosa inspiración y con la convicción de su grandiosa fe, llegando a lo íntimo de las conciencias y corazones por el camino de los sentimientos más nobles y generosos, lleva los seres hacia la fe y la confianza directa a Dios, al "Conócete a Ti Mismo" y al Poder de la Voluntad, para poder regirnos en todos los momentos de la vida por el eximio credo cristiano, reconociendo como objeto y finalidad de la existencia llegar a la Perfección Espiritual, o sea, la unión con Dios.
Las erróneas interpretaciones, apodos, vejaciones, mofa, menosprecio y difamaciones de que fue blanco, hasta por periódicos y revistas unidas a la actuación de falsos apóstoles y colaboradores que lucraron tergiversando su obra, en pugna con el altruismo, el desinterés y la grandeza de su misión; hicieron pasar a esta Pastora de la Verdad por el martirio de la incomprensión, la prisión material y la crucifixión espiritual; sin que nada haya sido causa para disminuir su inquebrantable energía y fervorosa abnegación en pro de las más grandiosas obras de bien realizadas, sin distinción de razas, clases ni religiones para su redención.
Los resultados positivos por el bien obtenido en salud, paz, éxito en las sanas exigencias y legítimas aspiraciones, lo respaldan y demuestran hoy innumerables adeptos que, después de 73 años de haber dejado esta sublime continuadora de Cristo su envoltura corporal, concurren ante su tumba (todos los días y a todas horas), depositando las flores que simbolizan su gratitud a quien dejó en el mundo innumerables testimonios de su divina espiritualidad y grandiosa personalidad al enjuagar tantas lágrimas, dar salud a miles de seres, paz a múltiples hogares, llevando a náufragos del mundo y cautivos a la luz y Verdad de Dios.
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La Nueva Jerusalén.
Queridos Hermanos: ¡Cuánto viaja la gente en estos tiempos! La mayoría de la Humanidad está deseosa de ver tierras extrañas, conocer costumbres distintas, pero la mayoría no se acuerda que existe Dios. Admiran los monumentos, templos, las obras materiales de los hombres; muchos llegan a Jerusalén para ver el sepulcro de Cristo, pero son pocos los que miran sus Obras Espirituales. ¿De qué le sirve a esos turistas conocer los lugares donde trabajó y donde nació, si no practican sus enseñanzas?
Ellos no saben que en este siglo la República Argentina va a ser la nueva Jerusalén, porque ésta es la tierra prometida que reza la Ley de Dios. Dijo la Madre: que en la República Argentina se van a desarrollar todos los acontecimientos que tienen que pasar cuando venga el Nuevo Mesías. Y Nosotros tenemos que ser los encargados de preparar el ambiente para cuando llegue, para que no sea tan duro como las veces anteriores. Bueno... me van a perdonar porque se me va la memoria... Hoy tengo un día muy desmemoriado. ¿No les pasa a ustedes igual?. Según quien está con nosotros, así andamos en la vida del mundo.
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Acerca del Génesis.
Comienza la Biblia diciendo que en el principio, creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Luego, a continuación explica lo demás de la Creación: el Génesis.
Nuestra Madre, en sus sagradas enseñanzas dijo: “El Mundo con muchos Mundos y la Madre Tierra, con todos los elementos que en su seno encierra, sin acierto ni concierto, el agua, el aire y el sol, hasta que no esté el obrero, Primer Obrero del Universo, Dios”.
Al principio del Universo, se unieron todas las esencias inteligentes en sí mismas, por su propia voluntad, y se formó un espíritu único: ese espíritu es Dios.
Por lo tanto, Él (Dios) es el Origen del génesis y fuente de la vida, tanto de los vegetales como de la vida de los seres inferiores y como la del hombre.
El brote del bien al que se refería nuestra Madre, emanado de Nuestro Padre Creador, es la partícula o chispa divina que algunos titulan el soplo vital y que todos y todas tenemos, incluso vegetales y animales, comprendiendo entre éstos, como es obvio, a insectos y microorganismos.
¿Por qué sucedió el Génesis... formándonos nuestro Padre Supremo con envoltura espiritual plena de rusticidad, si, de todos modos, la partícula divina que anima nuestra existencia es la que debería unirse a la Esencia Cósmica Dios?. En otros términos: La partícula purísima vida, de Dios emanada, es la que al fin de tantas idas y venidas se reintegrara la esencia divina; por qué, entonces la Creación?
Nuestra Madre enseñaba que toda esencia rústica existente en el Universo deberá ser Esencia - Pura Dios. De lo último, del fango, debe llegar lo rústico a ser lo Primero Dios.
Y agregaba nuestra Maestra: “... ¿Aquél forma el espíritu combinando las mismas esencias (aire, tierra, agua y sol), para crear la Obra tan grandiosa para dejarla destruir por completo? No! La quiere pulir y conservar eternamente". El designio de nuestro Padre, es pues, transformar todo lo rústico, lo ignorante y malo en Esencia Pura Dios; más sin nosotros no puede, como enseñó nuestra Maestra. Ello explica, asimismo, la multiplicación del espíritu de la Humanidad.
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Personalidad y Forma de Dios.
Al principio del Universo, en que no existía ni muestra ni molde, se reunieron todas las esencias superiores y se forma un espíritu, ese espíritu es Dios y Dios se hizo hombre en espíritu y en el hijo, Jesús es Dios, el espíritu Santo es Dios, la Santísima Trinidad es Dios, tres personas distintas y un solo Dios verdadero.
La Madre María, Maestra Inmortal, decía en sus conferencias, “Dios con la Madre Tierra, los elementos que en su seno encierra, sin acierto ni concierto, hasta que esté el obrero preparado, ese obrero es Dios”.
Esta expresión de la Madre se halla patentizada en un cuadro que ha figurado expuesto en el salón de conferencias, cuadro que representa Hombre-DIOS, llevando en sus manos una pala.
Él fue el primero que trabajó la tierra, el que formó todo lo que en el mundo existe, el dueño de todas las inteligencias del Universo entero, desde la más pequeña hasta la más grande, el formador y el reformador de todas las cosas y seres que existen en la tierra. Es la perfección infinita.
Después de haber dado término a sus obras magistrales y divinas, es cuando aparece majestuoso sobre el globo terrestre, como única y poderosa protección providencial para el mundo y sus moradores, el Padre de todo lo creado, del cielo y de la tierra: DIOS.
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Jesucristo.
La Madre María, en sus enseñanzas, nos decía: “Jesús sabía de antemano, el sufrimiento y martirio que tenía que pasar y que no podía evitar. Es cierto que nos anuncian. También a mí me lo anunciaron y no me acobardé, porque tenía el convencimiento de que iba en la verdad de Dios. Por eso, Él no retrocedió; yo, tampoco".
"Él sabía que muchos, por simpatía, le seguirían y pocos, le comprenderían, esos serían sus adeptos y la mayoría, contrario a sus enseñanzas, lo perseguirían. Por eso, la regeneración de los escogidos, elegidos y llamados que rezan en el templo, es verdad. Son muchos los llamados, pocos los elegidos y menos los escogidos. Muchos son los que vienen a mis enseñanzas, poco los que me comprenden y menos los que cumplen".
"¿Cuáles fueron las enseñanzas de Jesús? Ama a tu prójimo como a ti mismo. ¿Cómo nos amamos? Siempre chocando, matando, robando y engañando. Jesús dijo: 'No hagas a otro lo que no quieras para ti, ni con el pensamiento, que no os recaiga'".
"El pensamiento es el imán que lleva y trae. El que no venga directamente conmigo vendrá con vosotros. Tarde o temprano, todos serán de Dios. Todos estamos unidos con el pensamiento y traemos lo de todos. ¡Cuidado con quién se unen!”.
Jesús acepta la ramera, María Magdalena. Cuando se acerca a Jesús los apóstoles se ponen adelante, creyéndola indigna de acercarse a Él. Entonces, Jesús le dijo: ”Esa, esa, Santa María Magdalena”.
¿Tiene derecho la flor de hoy, a despreciar el fango, si fue fango ayer? El fango de hoy, hermosa flor será mañana. Sí tiene derecho. Unos primeros y otros después; todos tenemos que pasar la rueda de la vida. Por eso, no hay que dar contra nadie ni contra nada.
La adúltera, pobre mujer que falta a los deberes de esposa, falta grave en lo mundano. Ella va a Jesús.
Antiguamente, las que esa falta cometían eran apedreadas, pero al acercarse a Jesús. Él dijo: “Aquél de vosotros que no tenga defectos, que tire la primera piedra para castigarla”. Nadie arrojó la piedra.
La samaritana, Jesús se acerca a ella. Le pide agua para beber. De esa agua no tiene sed. Tiene sed de salvarla. Le habla, ella lo escucha y lo acepta.
La judía contraria a su religión, a Él no va. Él lo sabe, se le acerca, le enseña. Ella lo acepta. Uno más para el redil de Dios.
Decía la Madre: “Por eso, no os extrañéis de los que cerca de mí están, faltas puedan cometer. Lo que debéis pensar, con vuestra buena voluntad de Dios, es que se corregirán y no lo harán más; pero si dais siempre en contra, en vez de cometer una, le haréis cometer cientos”.
Jesús sanaba con la palabra y la mano, y se recogía en el huerto. Predicó de pueblo en pueblo y sobre la montaña.
"Así fui yo, imitando a Jesús".
Nadie más bueno ni mejor que Jesús, y por hacer el bien, nadie sufrió más ni tanto como Él.
¿Qué sufrió Cristo? Insultos, mofas, burlas, vejaciones, ultrajes; lo escarnecen, le colocan la corona de espinas, le hacen llevar la cruz y es ultimado en ella, inicuamente.
¿Y qué dijo en su martirio? “Perdónalos, Padre mío, que no saben lo que hacen”, y perdonó.
Es verdad que dijo: “¿Hasta cuando, Padre mío?"; pero no retrocedió.
Él dijo: “Tengo sed”; y le dieron de beber hiel y vinagre. Pero no le comprendieron, tenía sed de salvarlos.
Jesús sufrió todos los martirios para dejarnos en el camino de nuestra redención, perdonando a sus enemigos y dejándose sacrificar para salvarlos.
¡Cuánto sufrió aquel Padre, por el martirio de su Hijo querido!
Qué alegría cuando los apóstoles lo ven aparecer nuevamente entre ellos, como les había anunciado.
Después, Jesús asciende, por eso festejan la Ascensión del Señor.
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Las Obras de Misericordia.
También decía nuestra Madre: “Jesús dijo: 'Haréis lo que yo hice, cada uno según sus obras.' ¿Qué hizo Jesús? Fue Maestro. Él dijo: 'Obreros de mi Obra, quiero yo'. Entonces, hay que saber cuáles fueron las obras de Jesús: las obras de misericordia. Misericordia con el que sufre, para quitarle su desventura".
"Dar de comer al hambriento, remediarle la primera necesidad al que tiene hambre; pero dar el pan de la inteligencia, es mejor".
"Dar de beber al sediento, dar agua al que tiene sed; pero dar la enseñanza de la fuente clara de Dios, es mejor. Eso es lo que hizo Jesús y lo que hago yo".
"Vestir al desnudo, dándole con qué cubrir su cuerpo; pero vestirlo de virtudes, es mejor".
"Levantar al caído, ayudar a levantarse al que en la falta cayó. ¿Cómo se cumple en el mundo, con el que faltas cometió? Lo critican y lo desprecian. A nadie le gusta, cuando tiene faltas, que lo pongan en exhibición de su martirio".
"Redimir al cautivo. Al que está en la cárcel, sacarlo de su encierro; pero redimirlo de la maldad, que el abismo lo precipitó, es mejor".
"Dar posada al peregrino, a los seres que no tienen a donde ir; y dando albergue al peregrino en el Reino de Dios".
"Nosotros somos peregrinos, vamos y volvemos. ¿Y los que dejaron sus cuerpos, dónde van? Sobre nosotros, buscando alivio y protección. Esa es la verdadera caridad".
"Enterrar a los muertos. Dios dijo: Enterrar los muertos, no quemarlos".
"Enseñar al que no sabe, llevándolo al verdadero camino del Bien”.
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