"No miréis al hombre de la tierra por el hombre, sino quien lo gobierna".
Madre María
El Hermano Julio y la Obra.
Transcurría el año 1926, y en una visita de mi abuela Julia a la Madre María con mi padre de 5 años, lo alzó en brazos la Madre y con él recorrió todo el salón mostrándole todos los cuadros, y dirigiéndose a mi abuela Julia, le dijo: "Éste es para mi religión, él me va a levantar un templo en una ciudad muy católica, mas tú no se lo digas hasta la hora de tu partida, que va a ser cuando yo lo voy a necesitar; y las dos juntas desde el cielo veremos el triunfo de Dios nuestro Señor".
Transcurridos los años llegó la partida de mi abuela Julia, y antes de partir le reveló a mi padre el pedido de la Madre sobre la profecía de la Maestra. Hoy, dicho templo, con 50 años de prédica, está levantado en la ciudad de Luján.
Tú, Hermano Julio, cumpliste con el pedido de la Madre hecho a través de mi abuela Julia, tu madre.
Luego de reflexionar largamente acerca de mis hermanos en Dios, en comunión con Dios, la Madre María y mi Madre, mi espíritu me ha dictado llegar a vuestro corazón con la HUMILDAD y la COMPRENSIÓN que la Maestra señaló poner por obra, y que son el fruto de la enseñanza de muchos años vividos y otros tantos luchados al frente de esta Misión.
Aquellos que me titulan HERMANO, sabrán entender que esa humildad y esa comprensión son, en síntesis, el marco de referencia para un cumplimiento: Aquél que nos eleva al cenit celeste de Dios Padre, dulcificando nuestro ser con las esencias benéficas que provienen de Dios.
Trabajar en el bien y para el bien, todos los días, en todo lugar y a cada instante, es una tarea que corresponde cumplir a todos por igual. El adelanto espiritual es la recompensa, porque todo lo bueno es patrimonio de Dios Padre; pero también, ese progreso, es responsabilidad de cada ser: “CADA UNO SEGUN SUS OBRAS...POR EL FRUTO CONOCEREIS EL ARBOL”. Las jerarquías sociales, los privilegios egoístas, el favoritismo necio y vano, sólo compete a los hombres y es fruto de su imperfección y rusticidad.
Así, si procedemos con humildad, practicamos la caridad y ejecutamos el perdón, ¿qué dicha mayor puede abrigar nuestro espíritu? Si obramos con justicia y equidad, ¿qué puede reprocharnos nuestra conciencia? Por eso Jesús dijo que el reino de Dios estaba en nosotros; es decir, en todos los corazones donde no reina el egoísmo ni la maldad, sí el amor que proviene de Dios.
Muchos son los actos que podemos realizar, pero cierto es que lo ESENCIAL no es lo CIRCUNSTANCIAL (que es momentáneo y por lo tanto efímero, fugaz); sino TODO AQUELLO QUE PERDURA (y es bueno). Ese “algo” PRIMORDIAL está en lo íntimo de cada ser, luz perenne de bondad que atesora el alma.
Este TESTIMONIO DE AGRADECIMIENTO no intenta más que DISTINGUIR y VALIDAR en ustedes, mis hermanos en Dios, la ejecución de una enseñanza; aquella que nos dice: “Seamos, pues, misericordiosos, así como nuestro padre lo es con nosotros. MUCHA MAYOR DICHA ES DAR QUE RECIBIR”.
Sabemos que es tan justo como necesario, destacar y divulgar todas aquellas obras fundadas en una propuesta que es Universal: Engrandecer el Espíritu del Hombre, orientando sus pensamientos, sus actos y sentimientos hacia la Paz, el Amor, la Unión y la Solidaridad. Convengamos que este mensaje sólo será profundizado en virtud de una PRÁCTICA que habrá de enriquecerlo, confiriéndole vida y continuidad; únicamente la praxis habrá de sustentarlo y no la mera declamación.
NOSOTROS, consustanciados con la Obra de la Madre María, entendemos que la ignorancia, el desconocimiento, el preconcepto, la divulgación errónea, tendenciosa o especulativa de la Misión que en su paso terrenal cumplió esta mujer singular, NO ha permitido que su grandiosa Obra llegue nítidamente a la conciencia de muchos seres, tergiversada tanto en su forma como en su esencia, en gran medida, por “curanderos, adivinos y demás embaucadores de gente ignorante” como decía la Madre.
Apasionada de la Doctrina de Cristo, la Madre María fue decidida Defensora y Divulgadora de los preceptos cristianos, llevando a cabo una verdadera obra de misericordia. Supo sortear con templanza y convicción las barreras que la ignorancia y la incomprensión siempre han levantado ante la verdad, el amor, la bondad, la fe... Madre Espiritual y Amantísima, distribuyó el bien a manos llenas, sin reparar en clases, razas ni religiones. Su caudal de amor se engrandece emergiendo de su obra piadosa (y por lo tanto cristiana). Así, el tísico, el leproso, supieron de la dulzura de su beso, símbolo de comunión espiritual y piadosa entrega, el desvalido encontró tibio amparo; el extraviado halló su camino; el infeliz recuperó la fe y la esperanza; la imperfección, al fin, fue doblegada y encaminada por senderos de REGENERACIÓN y PUREZA.
“¿Queréis que os enseñe a vosotros lo que fue bueno para mí?”, preguntaba.
Hoy, tal como lo hicieron aquellos que la conocieron y entendieron, NOSOTROS respondemos “¡SI!”.
“Tener fe en Dios, en Jesucristo, y la Virgen Madre María”, inculcaba... Y NOSOTROS ¿tenemos fe?
Haced que descienda sobre vuestros hijos la luz de vuestras miradas y sobre sus Espíritus, haced que descienda la gloria, la grandeza y la perfección de vuestra naturaleza.
Ellos habrán de inclinarse ante vuestros decretos y gozarán de la esperanza, en medio de las pruebas y dolores humanos.
Prodigad a todos la tranquilidad, el perdón y la abundancia de vuestro consuelo.
Que vuestra justicia ilumine, ahora y siempre, el don de las Alianzas fraternas.
Que vuestra misericordia descienda a socorrer a todos los necesitados.
Dios y la Madre María habrán de bendecirnos si os eleváis hacia la Gracia Divina.
Si prestáis fe a mis palabras, Dios y la Madre os darán fuerza.
¡Cuál es el momento del encuentro del espíritu, la mente y el cuerpo! Para conjurar, cada momento pienso, Dios se manifiesta. Eso creo yo.
Siento mi propia rusticidad, Hermano Julio: que no sé hilvanar mi pensamiento; hacia su gran personalidad, humanidad y ejemplos que dio, pregonó y cumplió; en su paso terrenal, en este bendito templo y en su vida misma...ese mismo.
Con el tiempo casi aprendo que pasan los años y aunque amemos su ser, su figura, su palabra. Siempre será más grande porque para mi su espíritu es la misma obra.
Usted nunca dio a entender, por su humildad; la misma que recibió de su madre Julia y sé que en esos silencios de honor entre madre e hijo no se quebraron ante las adversidades de la vida dura... que les tocó vivir... y con la sencillez, con la humildad y también decirlo con la grandeza y tantas otras virtudes que iluminan vuestros espíritus.
Gracias a la obra espiritual, a la fe que divulgaron y transmitieron a los creyentes en la palabra y enseñanzas recibidas de Dios a través del espíritu de la Madre María y su inmensa obra; por la palabra de Jesús.
Eternamente gracias a sus espíritus y a la obra...porque su propio espíritu es la misma obra en si mismo.
Usted y el sueño, con su madre Julia guiándolo desde su morada. Empezaron a idear los cimientos de este bendito templo de Luján, profetizado por la Madre María, allá por los albores de 1926.
Desde ese encuentro; entre la pastora universal, su madre y usted transcurrieron muchos años.
Creo que fueron 42 años; en que la vida fue templando su espíritu y el de su madre Julia; que siguió concurriendo al templo de la calle Rioja 771 en la Capital Federal donde predicaba el yerno de la Madre María, Leonardo Cueto y en muchas oportunidades la acompañaba la Hermana Porota ¡muchos la han conocido!; y al templo de Temperley donde predicaba el representante legal de la Madre María, Don Eleuterio Cueto.
Qué fe inquebrantable había y hay en su madre hoy en el cielo y en usted joven y con un hogar y una familia recién formada; para emprender semejante misión y sé que nunca se amilano ante las circunstancias de la vida misma; personal y en la obra, llevando adelante la construcción de este bendito templo...que cobija, cuida y protege a tantos peregrinos y hermanos de esta sublime obra espiritual. Continuada en estos tiempos por su hijo Juan nuestro Director Guía y parte del séquito que usted dejó; como su Secretario Personal el Hermano Mario (va un gracias aparte por su cumplimiento fiel).
Ya también hay continuidad en su nieta mayor (y qué nombre) María Salomé y Gustavo Alberto García, yerno del Hermano Juan Lucio y también Julio Alejandro nieto del Hermano Julio.
Qué puedo agregar a la semblanza de su apostolado Hermano Julio, al amor hacia su persona... que llena de gracias eternas sus enseñanzas mi corazón y de tantas gracias y agradecimientos di, doy y seguiré dando, me casé con su hija Silvia y le dimos una nieta más... María Julia: que también es Discípula de la obra, para realizar la misión que le corresponda en su lugar; siendo todos juntos los nombrados y los que vendrán.
Y la obra... ¿qué es la obra?
La obra espiritual como dije, en un principio es el Hermano Julio, usted mismo. Porque cumplió con las obras de misericordia, con las obras de samaritano; con las enseñanzas de la Madre María y porque nos hizo comprender que no se muere y que el espíritu es eterno... como eterno es su amor a la obra.
Dios quiera que le otorgue a su espíritu el conocimiento... de todo lo que significa para nosotros su inmenso amor y su siembra, a la obra y a sus semejantes.
Gracias por inculcarnos la fe, la esperanza, la humildad, el perdón, la confianza; gracias por las enseñanzas y ejemplos de que Dios existe y que no puede como quiere.
Gracias por guiarnos en la fe sobre la doctrina de Jesús y la Madre María y su inmensa obra espiritual para el perfeccionamiento del espíritu de la humanidad.
Gracias por el amor a su madre y transmitirnos su fe, su humildad y su caridad.
Y gracias a usted Hermano Julio por el amor y las enseñanzas de cada conferencia en este bendito templo...
Siempre la obra. Eternamente la obra.
Eternamente gracias a sus espíritus y a la obra...porque su propio espíritu es la misma obra en si mismo.
En la silente quietud de la noche, en esas horas llenas de solemne misterio en que la mente pareciera remontarse a las alturas, elevándose el pensamiento humano; en esos instantes, paréceme sentir que un aurea sutil y perfumada de bondad penetrara en mi espíritu, haciéndome concebir ideas acrisoladas de amor, perdón y redención humanas.
Surge en mí un sentimiento de amor infinito; amor fraternal que llega a todos los seres, mis hermanos en Dios, la Madre María y mi Madre; mis amados Hermanos que sufren y gimen de dolor en este enorme valle de lágrimas, el planeta terrenal...