Tan necesario es el conocimiento de las cosas de Dios, que constituyó para la Madre Maria su única ambición. Podríamos afirmar que ese conocimiento logra encender la fe en Dios, lo que ya es mucho beneficio; pero si no se progresa en tal conocimiento (mediante la experiencia que nos da la amarga peregrinación de la vida terrenal en muchos cuerpos) esa fe se apaga. Volverá a encenderse en cuerpo venidero, y como se vuelven a encontrar los tropiezos que ahogan el entendimiento, nuevamente se apaga. Por fin, como el mundo material es la escuela-taller en la que se perfecciona el espíritu, llegase al nivel de la regeneración. Es cuando nada es capaz de hacerlo retroceder, y aunque las vicisitudes sean más las sufridas que las dichosas, habrá llegado a comprender que su adelanto y progreso en su evolución hacia la perfección no reside en la dicha que le pueda proporcionar las cosas del mundo, sino el sufrimiento. Entonces, el ser se entrega a las cosas de Dios en calidad de hijo obediente.
Decía la Madre: “No podéis tener una idea de la tristeza que siento por el sufrimiento que tiene que pasar la humanidad”, pero no esperábamos que iba a llegar tan pronto; y la tristeza la tenemos todos en esta época, porque está en el aire. ¿Ustedes conocen muchas personas que son felices? El que no tiene enfermos le va mal en el negocio; otros no tienen trabajo o no tienen vivienda o hicieron abandono del hogar el esposo o la esposa... En fin, que de cuatro partes tres hogares son un infierno. Vienen personas a decir: “Me estoy cansando de buscar trabajo”. Y yo me pregunto; "Pero... ¿qué pasa?". Pues, nada!, (simplemente) lo que profetizó la Madre: llegaría el día en que hablaríamos la misma lengua y no nos entenderíamos. ¿No ven cómo el mal se va metiendo en todas partes para confundirnos y no podamos progresar?.
Por eso, yo les digo: Siempre que vayan a buscar trabajo, entréguense a Dios por la Madre de corazón, y vayan confiados en que ellos les van a guiar para que el mal no les envuelva; lo mismo con los que buscan vivienda: hagan la diligencia que a su hora van a encontrar.
Como dice la Madre: “Siempre para vosotros, por donde menos piensan, estará preparada la satisfacción para vuestras necesidades”. Y después repetía: “¿Cómo Dios no va a cuidar sus herramientas?”. ¡Pero son tan pocas las personas que tienen verdadera confianza en Dios! Por eso, dice la Madre que “la fe se adquiere fácil, pero la confianza cuesta mucho”, por eso hay personas buenísimas y tienen una cadena de sufrimientos toda la vida (morales y materiales) y no conociendo, como nosotros, el porqué del sufrimiento se desmoralizan y algunos hasta pierden la fe.
Ellos no saben que el sufrimiento es para el progreso de nuestros espíritus.
¿Cómo colocar en las profundidades del espíritu de cada uno el convencimiento de que el camino de Dios está sembrado de tropiezos, sufrimientos y sinsabores; o que el sufrimiento constituye la verdadera dicha de la humanidad; o que Jesús no podía huir de la cruz que lo esperaba, siendo que Él es hijo de Dios?. Si Jesús dijo: “Os dejaré el convencimiento que no se muere, pasaré yo por ello”, ¿cómo, para creerle, tuvo que pasar por lo que conocemos por muerte? ¿No tuvo la humanidad un Santo Tomás que no creyó en la resurrección de Jesús? ¿Y por qué?. Porque no se comprenden las cosas de Dios. Dichoso el que cree sin ver, porque la dicha es de aquel que comprenda la palabra divina.
Si nos entregamos a Dios en bien de los demás, recibiremos el bien por añadidura. Y esto es así porque si bien es cierto que el mal pensamiento cunde con suma facilidad, ¿por qué no debemos creer que también podemos recibir como asimismo enviar el bien? Dichoso el que me comprenda, decía la Madre, rico o pobre, ese será el verdadero rico, aunque no tenga que comer..., y agregaba: “Mi espíritu de Dios para vosotros quien me ha formado con vida manda las esencias de mi espíritu combinadas con las de Él para colocar en vosotros...”. Para darle facilidad a Dios no hay que perder la confianza.
Cuando se comprenden las enseñanzas de Dios, no se pierde la confianza en Aquél grandioso Padre por más interminables que parezcan nuestros padecimientos. Él nos cobija a todos. Si Él pudo formarnos combinando las rústicas esencias, bien puede y quiere reformarnos.
Pero si la desobediencia primero y la ignorancia por una parte y la poca voluntad por la otra, se hacen crónicas en no querer aprender y practicar las enseñanzas que Dios ha impartido a la criatura humana, ¿qué podemos adelantar en el camino del progreso del espíritu?; ¿qué ganará nuestra personalidad, por más inteligente que sea, si no hay voluntad de elevación en lo espiritual? Veamos lo que enseñó Nuestro Señor Jesucristo: “Creed en la perfección por medio de las pruebas y jamás dudéis de la misericordia divina; pero retened bien esto: la purificación se opera lentamente y la Misericordia Divina no podrá contrariar la ley de la organización y desorganización. Observad mi Ley”. Ella dice: “Orad en secreto, perdonad a vuestros enemigos y ayudad a vuestros hermanos”.
Nuestra Madre vino al mundo a enseñarnos el verdadero camino para merecer la protección divina, sin oraciones ni promesas, sin fanatismo, teniendo paciencia con el sufrimiento y, así, Dios por la Madre nos dará el bálsamo para sobrellevar todo aquello que tenemos que pasar, que no es irremediable ya que es la cosecha de lo que nosotros mismos hemos sembrado, sino en este cuerpo, en cuerpos anteriores. Pongámonos bajo su protección y encontraremos la paz para nuestros espíritus.
¿En qué consiste la Escuela de Regeneración del espíritu? En encaminar el alma humana hacia los valores más elevados, es decir hacia la verdad de Dios; conducir a los hombres haciéndolos dignos ante Dios y sus semejantes, poniendo en cada uno de ellos la disciplina moral del bien en sus pensamientos, la seriedad y la rectitud en sus acciones. De esta manera la criatura humana se eleva por sobre la materialidad de las cosas mundanas a la altura que, inexorablemente habrá de arribar con el andar de los siglos al fin de su peregrinar terreno.
Es esencial comprender que quienes hemos llegado a esta misión, tenemos una obra que cumplir que no es otra que la de ayudar a la gran familia de la regeneración (Dios por ella), a salvar a la humanidad de la idea del mal, que es la oscuridad del espíritu. La luz divina existe. La sabiduría no está en acumular conocimientos científicos sino en el saber que está en el corazón, conociéndolo a Dios y cumpliendo fielmente su ley universal. Aquellos que están en la maldad no se encuentran en ese estado por su voluntad sino por su ignorancia. Esta es su cárcel. No tenemos que dar contra el mal sino conocerlo para entregarnos al bien. El mal va a la regeneración y el bien como protección del mal.
La regeneración espiritual depende del impulso que tiene el sentimiento humano hacia los demás semejantes como para sí mismo, porque los seres que guardan nobleza en su pensamiento y en sus obras, ya sea para su propia persona como para el prójimo, van pulimentando poco a poco su sentimiento y regenerándose al desear siempre el bien, a fin de dejar las malas tentaciones y vicios y evitar, de esa manera, el sufrimiento. Decía la Madre: “Dios no quita el derecho de la regeneración a sus hijos malos; descenderemos tantas veces cuantas sean necesarias hasta la perfección del espíritu...”.
El espíritu, al venir encarnado al mundo, ya trae consigo el adelanto que ha obtenido en otros cuerpos. Por esa razón hay seres que sin haber cursado estudios académicos poseen una sabiduría espiritual profunda, evidenciando que al venir al mundo ya traían un progreso definido, adquirido en siglos y siglos de continua evolución; yendo y viniendo a la tierra hasta lograr ese grado de perfección. Tenemos una prueba de ello en la misión que cumplió en vida nuestra Madre, quien llegó a ser por su preparación espiritual y por concesión de Dios una Madre regeneradora de la humanidad, porque ya traía en Ella una disposición muy superior a los demás seres, siendo por lo tanto, el espíritu más adelantado de la época. Debemos valorar debidamente la obra moral que ejecutan aquellos espíritus nobles y elevados, que se prestan para recibir y transmitir el bien de Dios.
“Lo bueno hacerlo bueno no tiene mérito ante los ojos de Dios, porque ya es bueno. Lo malo hacerlo bueno, ése es el mérito más grande que logra el alma. Es satisfactorio y llena de placer y gozo al cielo entero, he ahí el secreto y la obra más grande de Dios donde se manifiesta su inmenso poder y amor para con sus hijos, buenos o malos, ES LA REGENERACIÓN ESPIRITUAL, y de esta forma así poderlos retener junto a Él, porque es la creación más bella después de perfeccionada, de todos los universos creados".
"Y no me refiero a nuestra imagen material sino a nuestra verdadera imagen que es la espiritual, pues con Él no tenemos lazos de sangre, pero sí los del alma, los cuales son eternos".
16/03/2001
Juan L. Delconte
Director Guía
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“En todo y para todo hay que darle facilidad a Dios” (decía la Madre); pero... ¿y lo que está de antes? Ya se irá; no comprenden que todos los días se forma sangre nueva? ¿No observáis, también, que el taller del nene en su interior, cuando viene al mundo, está muy sucio?
Mientras va creciendo están resfriados; y bueno! Hay que darle nombre a eso y le llaman “resfrío”. Si duele o sale lo malo por otro lado le dan otro nombre. Cuando se siente es porque se remueve y sale lo que está escondido. Y si no saliese, peor, porque entonces queda adentro el mal. Os salen algunos granos y ponéis el grito en el cielo. ¡Dejen que salga! Y en el interior, flemas, catarros, porquerías, desde chiquitos y creciendo va desde que nace. No comprenden las cosas y no comprendiendo a Dios resulta que no le dan facilidad.
¡Y bueno! Aquello se va y ya están bien. ¿Sufrir sin tener a quien acudir? Estarán todos locos; entonces está la ciencia de la tierra, que también es de Dios, porque... ¿Que harían los que no comprenden? ¡Para Dios todo tiene remedio!
El espíritu tiene su poder de atracción, por eso os recomiendo que tengáis cuidado con quienes vais a andar. ¿Veis? Esto es un imán. ¿Qué poder tiene, eh? ¿Cuántos alfileres y clavos atrae, y pegados a éstos otros alfileres y clavos? Pues debéis creer que todos y todas, sin quedar ninguno, tenemos eso. Cada uno atrae a los demás. ¡Todo y todas igual! Comprendan entonces, de dónde vienen los verdaderos contagios: ¡Por el aire!
Y... ¿Os parece a vosotros que Aquél que ha formado el armazón (el molde y el maniquí) con los obreros necesarios para combinar las esencias y formarlas con el espíritu que el cuerpo va a llevar, va a dejar perder tanta grandeza? A ver si alcanzan a comprender que no se muere. Entonces, no deben pensar nunca que Aquél ha formado el espíritu con el cuerpo que va a llevar para dejarlo perder.
El sastre y la modista tienen el maniquí y hacen el traje o el vestido y después lo prueban en el maniquí y, cuando está terminado, lo sacan y le dan al dueño.
¡Y bueno! Somos nosotros con nuestro cuerpo y espíritu esos moldes, esos maniquíes, el armazón con los obreros para formar el espíritu con el cuerpo, y cuando el Padre disponga lo va a llevar, sea rico o pobre, chico o grande, bueno o malo, sano o enfermo, con médicos o sin médicos. Cuando Aquél lo disponga se va a ir nomás, pese a quien pese. ¿Por qué? ¡Porque Él quiere su obra para pulirla!
Saca el espíritu del cuerpo: primero los pies van quedando sin vida y mientras el espíritu está en el cuerpo le duele; cuando sale completamente de su habitación ya no le duele más. Pero hay que comprender que se tiene que sufrir.
He aquí el cuerpo que lleva: esto es un trozo de piel humana que está haciéndose pedazos, era de una señora que tenía el mal recostado en una pierna. ¡Cuánto hizo para que la sanasen! Todo sin resultado. Desahuciada entró en la Misión. Tuvo Fe. La piel de la pierna y pie sola se le desprendió con todo el mal que tenía... Aquí está también la piel de un talón y de un pie: es el “vestido” que salió del pie. Se fue también el mal que tenía. Así va saliendo lo malo, y si vamos colocando lo bueno iremos empujando, siempre, lo que no conviene. No hay que atajarlo ni asustarse. Ah, pero también hay que colocar lo bueno en el espíritu, eh!
Los míos no se irán duros; tendrán que estar con muchos diablos encima para irse duros. Así como son aquí, así están allá; ah!... pero allí nadie les enseña nada eh! ¡Pobres mártires, cuanto se colocan en el cuerpo lo llevan en la envoltura del espíritu!
Muchos no quieren beber...y beben.
¿Cuántos no quieren robar y roban?
¿Cuántos no quieren hacer cosas que no convienen y las hacen?, y cuántos quieren y no las hacen!
Es claro: conforme con lo que andan con ellos...
Aquél formó, pues, la Gran Familia para Regenerar a la Humanidad. Es la regeneración de los escogidos, elegidos y llamados. En la regeneración los llamados llegarán a ser elegidos y por último escogidos; todo ello de acuerdo al adelanto que vayan adquiriendo, pues, de golpe no es posible comprender: se necesita tiempo.
El espíritu humano, de inmundo que sea, por la regeneración llegará como la flor que viene del fango a ser puro y limpio. Aquél no ha formado el espíritu para que luego se pierda: ya sabéis que no pudo formarlo sino las rústicas esencias que tenía, pero combinó y supo arreglar para que en las múltiples reencarnaciones vaya sacando la parte mala que contiene.
Lo primero lo formó Él sin molde, ni maniquí, ni sangre, ni muestra; sólo de las esencias rústicas de la Naturaleza. Después, no: ya tienen las esencias; ya tienen el organismo y están los obreros que forman al niño en el taller mamá.
Entonces no morimos: el espíritu es eterno; por eso yo trabajo: para vuestra regeneración espiritual.
El cuerpo queda en la fosa... El borracho lleva la borrachera a cualquier lado que vaya, y cuando deja su cuerpo en la tierra, ¿qué lleva su espíritu? Lo mismo que aquí: dolor, enfermedad, vicios, todo... Tienen frío y no pueden calentarse, tienen calor, lo mismo.
Somos nosotros los maniquíes para arreglar a aquellos, pues, ¿dónde queréis que vayan? Así que comprendan lo que gira a nuestro derredor. En cuerpo humano se formaron en el mundo y en cuerpo humano al mundo tienen que volver. ¡Imaginad que ambiente tenemos! Entonces, conviene para vuestro propio bien que con el buen pensamiento se les quitarán los vicios: cuanto menos tenemos que arreglar de aquellos pobrecitos, mejor, ¿verdad? ¿Comprendéis ahora como Jesús quitaba los espíritus inmundos de los cuerpos? Bueno, yo os he dicho que la mayor cantidad de amargura proviene de aquellos...
En el mundo se han formado las plantas y el jardinero saca el brote y en otra planta el brote injerta... están con la mamá que va a tener el niño... ¡Con razón se pone caprichosita y antojadiza la pobre! ¡Cómo será el que está con ella y que va a venir al mundo!
Ellos son con la mamá que va a tener al niño; viene el niño al mundo y es una masa. El espíritu que ahí viene para reencarnar deja a la mamá y envuelve al niño y es el que lo fortalece: poco a poco se forma el espíritu (el propio del niño, como de pimpollo de rosa), y el otro (el reencarnado) es el que prevalece en el bebé. Cuando el que ha venido no ha fortalecido al niño, queda hecho una masa, no camina, ni nada; pero tiene inteligencia: si ha venido un tonto, bueno!, queda tonto, y si ha venido un paralítico, queda paralítico.
Entonces, el niño se forma de los tres: de los papás y del otro... De la criatura y del otro se forma un espíritu que viene predominado en el niño; también viene lo del otro. Así que está el espíritu propio y el encarnado: ¿Veis por qué en el mismo seno, de los mismos padres, en el mismo hogar, los mismos alimentos, del mismo ambiente, todos son distintos, de padres e hijos y entre hermanos? El espíritu tiene siglos, no sois de ayer.
Los hijos que a mi me comprendan, cuánto respeto, cariño, cuidado y atenciones deben tener para con sus padres, por darles habitación para progreso de su espíritu. Somos peregrinos en el mundo, vamos y volvemos! Vamos y venimos a progresar: si llevamos en nuestro corazón a Dios, sentimientos y obras en Él, queda lo de Dios donde quiera que estemos (y según la confianza); sin en vez andamos más en lo mundano que en Dios, el resultado: más vicio, más pasiones, más maldad! ¿No lo palpáis todos lo días?
Andando con Dios, lo de Dios os queda. Si vais con lo mundano (pasiones, vicios, celos y tanta cizaña) lo mundano os aleja de Dios y os envuelve en las ponzoñas del mal, vistiendo el espíritu con sus esencias y con él queda... Recuerden los antiguos los que os decían: ¡Mirad que los espíritus de los animales también andan por ahí! ¿Creéis que no tienen espíritu? ¿Y los de los indios con su salvajismo? ¿No veis cuántos cambios tiene una persona? Según pongáis vuestros pensamientos, en lo bueno o en lo malo. Recordad que es como el imán que os he mostrado: atraéis lo bueno o lo malo.
Bueno hijos, quien a mí me comprende debe respetar a la mujer desde que nace y ni con la mirada de la picardía debe ofendérsela. Cuando vais a alquilar una casa, ¿le preguntáis al dueño si la adquirió bien o mal? Lo que sí vais a preguntar es cuánto os cobra por el alquiler. También aquellos que se fueron necesitan casa, buena o mala; no la construyen. Aquellos que quieren vienen a ella. Hay casas que no están muy buenas, pero como hay más malo que bueno los obreros no responden al patrón: en el martirio está.
¿De dónde vienen las esencias para todos? ¿No viene para todos igual? Somos hombres y mujeres, hijos de Dios, a su semejanza y hechura. Hombres y mujeres con espíritu y forma, esencias de la naturaleza, todos iguales de aquella mamá e hijos de Principal. Y Dios es una esencia que se hizo hombre en espíritu y en el hijo.
Ahora bien; estamos en la República Argentina, la tierra prometida que reza la Ley de Dios. ¡Se necesita que yo trabaje!
Entonces, el más adelantado de la época descendió, y como no iba a formar colegio ni templo, entonces su trabajo principal fue el de compartir los recursos que le dieron sus padres, de herencia, para quitar la miseria de los seres. Eso no es “poder”, es ser hijo obediente. ¿No es esa la Ley de Cristo? ¿Y creéis vosotros, por ventura, que a un hijo sólo le corresponde cumplir, sino a todos?
Encontró enfermos y les dijo: ¿Queréis que os sane yo?... Pero no se supo valorar su grandeza... Formó una oración pequeña, hermosa, para que orasen...
Aquél no era espíritu para llamar a los espíritus para sanar a nadie, ni para nada! Además de la oración, les hacía beber una copita de agua fría... ¡y sanaban igual! Entonces no era la oración ni el agua. ¡Tanta agua se bebe y no se sana!, y tanto remedio se toma y no se sana! La oración era como aquél que lleva la píldora en el bolsillo para tomar... y por el interés de sanar tenían que llevarla en la memoria; y así los atraía a Dios y sanaban igual. Con la excusa del agua les inculcaba la fe. Entonces, no era ni lo primero ni lo segundo... (era la FE).
Le llamaron “Doctor del agua fría”: Pancho Sierra fue su nombre en la tierra.
Y le preguntaron sus discípulos: “Cuando dejéis el mundo, ¿a quién quedará el poder?".
Y Pancho Sierra les respondió. "A quien se lo gane; pero en la tierra os queda María, buscadla y la encontrarás".
"Hijos: Este es el trabajo de Jesús y yo me llamo María, pero no soy la Virgen pura: no hay que confundir.
Les dije: estamos en el siglo de la cosecha humana, de cuatro partes tres tienen que desaparecer: a quién le toca, qué se yo?... Además, saber esto no trae progreso ni beneficio alguno y tampoco os convendría. Lo que si es que hay que estar preparado de cuerpo y de todo para cuando toque.
No me gusta la siega, me gusta la vendimia. Me gusta que cuando se vayan, se vayan limpios y agarraditos con cuidado".
"Quedará una parte para comenzar la nueva era de la vida, en el Arca de Noé, que es un terreno. Y donde hay agua va a ver tierra, y donde hay tierra va a haber agua. Y cuando esto llegue, nosotros ya estaremos en el puerto de salvación".
"Y yo les digo: No está en ir y venir, no señor!, está en que me comprendan, porque comprendiendo pondrán empeño en seguir mis consejos".
"La unión es la fuerza para ayudar a Dios a evitar lo que viene".
Algunos piensan que rezando se pueden sanar; pero ¿cómo pueden creer que por estar rezando todo el día se van a sanar? Las cosas no se hacen con la boca. Todo lo que os hablen sobre el espíritu podéis creerlo; pero por favor, hijos, por vuestro propio bien y si creéis a vuestra Madre que os enseña: no llaméis a los espíritus, ni permitid que otros los llamen por vosotros; ni para sanar ni para nada, porque si sanáis porque os sacan un diablo, ponéis otro mayor.
Así que ya sabéis, cuidado con llamarlos! Cuando veis alguna cosa, no la miréis: ya la habéis visto! Negar, no; por muy rara que os parezca. Hay espíritus muy materializados; pero no tengáis miedo, tranquilos... con la fe en vuestro corazón, con Dios y la Madre... En cuerpo humano se formaron y al cuerpo humano al mundo volverán.
Hay que ver con quien se anda hijos; si vierais lo que os rodea... ¿Qué podemos esperar de los que se han ido tronchados, cegados en catástrofes y plagas, envueltos en el engaño del mal, llevados por el sueño turbador de la muerte y cargados de todas las miserias humanas? Nada bueno, hijos. ¿Y quien sino vosotros, sois los instrumentos de aquellos? Por lo que os digo, habréis de comprender que debéis estar alerta, pues, existe más mal que bien; entonces, ¿como podréis obrar y pensar bien si os dejáis gobernar por tanto mal?
Somos carro de acarreo, pues, las cargas espirituales vienen sobre nosotros. Hay seres más predispuestos a cargarse (espiritualmente) que otros... Hijos queridos, así yo quiero obreros en mi Colegio, pues, no hay que temer a la carga espiritual sino hay que ayudar a sacarla.
Ella nos decía: que existe Dios, que tenemos espíritu, que existe más malo que bueno, que renacemos muchas veces y que no se muere. Frase de nuestra Madre que simplifica la Obra más grande de Dios en todo el universo.
Luján, Buenos Aires.
Juan L. Delconte
Director Guía
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OBRA CÚSPIDE del Autor del Universo; DON IMPONDERABLE de la generosidad Divina. Fue encomendada por Dios, según lo manifestara la Madre, a ella, al venir a este mundo en beneficio de la Humanidad.
En los Templos de la Madre, se gesta el Mandato Supremo como después de ascender Nuestro Señor Jesucristo se reunían sus discípulos en el cenáculo a orar, nosotros, después de elevar la Maestra su Espíritu a la Morada de los Elegidos, y siendo continuadora del Colegio de Jesús en el planeta terrenal, nos reunimos en él, prestando al ETERNO nuestra voluntad.
Elevad a Dios por la Madre el pensamiento, pidiéndole la protección sobre el Universo; la paz de los pueblos; la salud de los enfermos y la ayuda que necesita la doliente Humanidad. A los Templos de la Madre, Escuelas de Redención, llega a salvarse lo invisible.
La Madre, Generala de las legiones del bien, es custodia, en esta época, de la Obra del Gran Artista que talla sobre el hombre terrestre un Espíritu Inmortal.
La Madre, guía redentora del hombre en su paso por el mundo y su astro luminoso en el sendero del más allá, hizo al género humano una promesa eterna, cuando pronunció aquellas grandiosas palabras, que dicen:
“Seguidme, que jamás os perderéis”.